miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dream Of All




Era un caluroso día de verano. Nadie sabía por qué esos días estaban siendo asfixiantes y extremadamente duros para todos. La contaminación y el cambio climático tenían mucho que ver.


Jinki Lee, un joven estudiante de preparatoria se preparaba para el comienzo de las clases aunque faltase aún más de un mes de por medio.
Se levantaba temprano y acostaba tarde, todos y cada uno de los momentos del día se le podía encontrar con un libro en las manos.






Así era, un genio dispuesto a descubrir todos los detalles de la vida. A él no le importaba que pensaran los demás, ni los adultos por ser más aplicado que ellos, con mejores resultados; ni los compañeros de universidad que por no ir a fiestas y orgías del campus, ya le veían como un bicho raro.

Su único amigo y ex-compañero había abierto apenas hace cuatro meses un local y centro de ocio. Más bien se trataba de un host club. El cual, apenas en el tiempo de existencia, era el más conocido y hablado tanto por jóvenes como por ancianos, por mujeres y hombres sin importar la edad. Todos, tarde o temprano, lo acababan visitando.

En una de las caminatas del medio día, de camino a casa tras el trabajo de jornada partida como dependiente y bibliotecario en una biblioteca de la ciudad, recibió un mensaje de su amigo.



-"Cariño, hace tiempo que no me visitas, ven a verme, te extraño~  Te quiere, Kibum"



Los mensajes del rubio siempre le hacían sonreír, al principio le incomodaban pero acabó por darse cuenta de que esa era la personalidad única que le caracterizaba.

Cambió la trayectoria y se dirigió al host club, llamado "Dream Of All". Un correcto nombre para aquél lugar. Según Kibum, su sueño era hacer cumplir los sueños inalcanzables de los demás.



Le conocía, tan solo buscaba ser el centro de atención y si se enteraba de la vida, desgracias y fortunas de los cercanos y los que se están por acercar, le hacía inmensamente feliz.



Una vez llegado al lugar, entró y miró como estaba todo cambiado, cojines color blanco en sofás celestes, suelo con césped artificial o de parqué oscuro. Conforme caminabas todo se volvía rustico, salvaje y misterioso por los colores apagados y oscuros que aparecían en cortinas, taburetes y mesas. 

Todo el lugar parecía sacado de un cuento de terror y fantasía.
Por suerte, todo estaba vacío, aun faltaban unas horas para que se abriera al público.



Antes de llegar a la barra, un chico algo más bajo que el, con los ojos marones chispeantes, cabello rubio y sonrisa pícara salió de entre unas cortinas y le dio la bienvenida.






-Buenas tardes, mi señor. Déjeme servirle una bebida y buscarle un buen lugar de descanso.
-Kibum, compórtate. 
-¿Qué te parece? 
-Bastante elaborado, pretendías montar el diseño de un bosque y acabó siendo el castillo del Conde Dracula.
-Joder.-Se rasca la nuca.- No puedo sacarme de la cabeza el último libro que leí.
-Se nota.-Dijo el castaño secamente-


Antes de seguir hablando, le guió hasta los sillones del fondo, unos perfectamente recubiertos de terciopelo negro y según le daba la luz, brillaban como rubíes, dando al mayor, ahora sentado en uno de ellos, un aspecto mágico y endemoniado.







-Me pones, te sienta de muerte este lugar. 
-Lo sé, Key, sé que te pongo y este sitio es una maravilla.







A unos metros de ellos se escucha un seco golpe seguido de un quejido. 
Un muchacho de pelo rojo y vestido de doncella se acababa de golpear una pierna con el cubo de fregar.


-¿Es que no tienes cuidado? Termina o llegarán los clientes.-Frunce el ceño el rubio regañando al pelirrojo-
-P-perdón. -Baja la cabeza y se disculpa-



En el acto, el pelo se le puso tapándole toda la cara y a duras penas se le podían distinguir los ojos. Aquella imagen se le grabó en la mente.

Aquél intento de hombre…Era tan sumiso y tímido que todo aquello que fuese un sobresalto seguro le haría estallar el corazón.


Una vez el joven continuó con su trabajo el rubio le miró.



-No me puedo creer que te ponga esa cosita muerta.-Dijo el rubio.

-¿Cómo dices, Kibum? -Apartó la mirada del joven que sin un motivo razonable, no podía dejar de ver y miró a su amigo.
-Lo que oyes, seguro se te puso dura al ver vestido de doncella a ese chico con forma de mujer.
-No sé de que hablas. -Frunce el ceño molesto.
-¿En serio? -Sonríe pícaro-¿Qué quieres saber de él?



Key sabía perfectamente que el crío de cabellos rizados le había llamado la atención. Pese a que se conocían de escasos dos años, habían llegado a ser los "mejores" amigos y se veían las intenciones antes de que ellos mismos se diesen cuenta. 

Tras preguntar por lo básico de cuándo se tiene cierta curiosidad, sonrió satisfecho.
El joven apenas era un crío de dieciséis años que buscaba algo de dinero para poder seguir estudiando y encontrar a Key en el supermercado, discutiendo con las verduras le dieron la oportunidad de pedir trabajo ya que por conocidos sabía que abriría un local pronto.

Este accedió y le contrató como la limpiadora. Con la condición de que tendría que llevar modelitos. En un principio le incomodó y le hizo dudar pero con sus dotes persuasivas, le aclaró que toda la limpieza del club se hacía sin clientes presentes, con ello, dejó su vergüenza de lado y accedió.


-Interesante. -Dijo con sequedad.
-Lo es, ni siquiera quiere ducharse pese a lo muy sudado que queda al limpiar todo el lugar.


Ante el comentario de Kibum, inesperado o directo, se le subió el calor al cuerpo y se tensó pero seguía aparentando tranquilidad y su expresión fría volvió a ser presente.

Tras un par de horas de charla, comentando las cosas del club y de la universidad, del estudio y del trabajo, de los vicios y cualquier tema relacionado al sexo que a la Diva se le ocurriese sacar, el joven pelirrojo volvió a acercarse.


-T-Terminé..¿P-Puedo marcharme ya? -Preguntó con timidez.
-Claro,si terminaste te puedes ir hasta mañana. -Respondió Key sin mirarlo.
-Pe-Pero...Mañana es domingo...Usted dijo que podía faltar...
-¿Dije eso?¿Cuándo? -Enarca una ceja sin acordarse.
-A-Ayer m-me lo di…-Bajo la cabeza en un acto reflejo para desaparecer.
-Ven, si no, no te pagaré~
-P-Pero…S-Si señor…

Cuando el menor se giraba resignado para marcharse sentí que algo debía hacer, miré a Key, este se divertía y al encontrarse con mi mirada tan solo empezó a reír.




-Espera. -Dijo el rubio y se levantó.-Siéntate.
-¿Qué?-Se para y  le mira o eso parece bajo los rizos rojizos.
-No hagas que lo repita. -Pone los brazos en jarra.- Siéntate.-Le cede su sitio al lado de Jinki.


No supo porque el niño estaba obedeciendo como una perra bajo las ordenes de su amo. Todo eso le estaba afectando demasiado o no lo suficiente.

Parecía impacientarse y cuando por fin se sentó, noté como contenía la respiración, queriendo que la tierra se lo tragase.

-No temas, estás en buenas manos. -El rubio puso morros y se acercó a su amigo, le besó la mejilla y posteriormente se la limpió del carmín.- ¿Puedes quedarte un rato más? Recordé que tenía que hacer unas cosillas y no tengo a nadie a quién dejarle el lugar. -Miró al menor.-Y tu quédate para lo que necesite, ¿sí?


No dijo más y se marchó casi pegando brincos de alegría. Sabía que pretendía algo, lo sabía más no podía pensar con claridad, algo en el ambiente me volvía loco y hacía que mi mente no funcionase en condiciones.
Al escuchar un suspiro, apenas inaudible giró la cara y se encontró con el rostro del chico, con las mejillas coloradas y con las manos entre las piernas, pareciendo que estuviese a punto de salir corriendo gritando auxilio.


-¿Cómo te llamas?
-¿N-no se lo dijo…el señor Kibum?
-Si, ahora quiero escucharlo de tus labios.-Respondió seco el mayor.
-Ah…M-Me lla-llamo Taemin…Se-Señor…¿?
-Onew, Jinki solo me llama Key.
-Ah…-Se encoge sobre sí.- E-Encantado…señor Onew.






Su comportamiento, su actitud y ese aroma tan suave y empalagoso me llamaban la atención y despertaba deseos que jamás había liberado. No sabía cómo continuar, quería seguir escuchando su voz y el tiempo pasaba, más de veinte minutos esperando a Kibum y este no venía, apenas faltaba hora y media para abrir el lugar y allí estaba, a solas con el chico de la limpieza.

Me movía incómodo en el sillón, algo tenía, debía hacer, pensaba una y otra vez. Otro suspiro, no sabía ni cuantos emitió y ya no podía más.

-Detente.*Dice con voz firme, rompiendo el silencio*
-¿Ah? *Le mira y tiembla*


¿Temblaba? ¿Temblaba de miedo tan solo porque le llamé la atención por sus suspiros? No le entendía, estaba fuera de toda lógica, era algo incomprensible para mi brillante mente. Todo estaba fuera de lugar.

Uno más.

No sé que pasó, cuando quise darme cuenta, estaba con el pelirrojo bajo mi cuerpo y yo sobre el suyo, en una posición incómoda para ambos.


-N-No  me haga nada..Por fa-favor…-Vuelve a temblar.
-No te lo haré.-Con delicadeza le acaricia el cabello y le aparta el fleco, dejando a la vista sus ojos, brillantes, casi llorosos y una mirada infantil, apenas sacado de la cuna.


Esa escena, sacada del mejor libro de romance tan solo dejaba a la vista la vergüenza del menor. Éste, cerrando los ojos, se mordió los labios y se intentó recoger sobre sí mismo. Fue un intento fallido. Mis manos se movían por su cuerpo, lo miraban, tocaban y besaban desasiéndose rápidamente de esa ropa tan humillante para el muchacho.

No podía parar, algo lo impedía. Entonces ocurrió, no fue un suspiro ni un quejido. Un gemido de los labios rosados del pelirrojo cuando le lamía los pezones hizo que despertase mi más primario deseo, no tuvo tiempo de reaccionar, le sujeté las manos, las cuales como garras se sujetaban del sofá y le hice que me tocara.

Todo se volvía borroso, estaba descubriendo el calor que se sentía con el roce de otro ser vivo.
Aquellos momentos pasaban rápido, el menor, tímido y sumiso, ante sus ordenes y la propia ayuda del mayor, le iba desnudando, dejando ver su más que enorme erección. Era algo imposible de negar que tenía una bastante grande en relación con otros chicos de su edad.

El mayor jadeó al momento que empezó a masturbarle y el chico ya chillaba entre gemidos cuando sus piernas eran alzadas por el moreno. Poco a poco, se pedían más.
En un beso pasional y lujurioso, Taemin suplicó que no continuase. Imposible, pensó el mayor y acto seguido, sujetándole las manos con una para que no se resistiera y la cadera con otra para alzarsela, de un golpe seco, le penetró y desvirgó en el acto.


-¡Aah!..-Gimió ronco de placer.
-¡¡AAAAAHH!! -Grita de dolor ante el gran tamaño del mayor.


Empezó a moverse, ajeno a los gritos y chillidos que emitía, cada vez que salía y entraba volvía a ser igual de placentero y doloroso para ambos. Tanto por ser virgen y estrecho el menor como por ser el mayor demasiado grande y fuerte que el pelirrojo.

-P-Paré…P-Por fa-favor..¡¡AAAH!!
-Ahh…-Le miró a los ojos y le obligó a mirarle.- ¿Quieres…que pare?


El menor, hasta el momento, siendo violado se quedó en silencio y se le saltaron las lagrimas o eso parecía puesto que llevaba minutos llorando. Negó con fuerza y alzó la cadera para Onew.

No pudo evitarlo y sonrió triunfante. Había conseguido volverlo igual de loco y en pocos segundos, le soltó las manos, lo sujetó y de forma incansable le movía contra sí.

Por otra parte, el pelirrojo, pese a su inexperiencia, comenzó a mover la cadera, notando que así le era más fácil llevar el ritmo y no sentía tanto dolo.

Cuando se juntaron como si de un mismo ser se tratase, ambos gimieron el nombre del otro.

-Aahh…Taemin…
-AAAHH…O-One-ew…AAHh…N-No paré...Sseñor…AAHH…¡JINKI!


Su nombre en los labios del menor, con esa voz tan suave, sonaba tan orgásmica que no pudo con más. Los gritos, jadeos, movimientos secos y rápidos, arañazos, caricias y algún que otro mordisco del mayor sobre la piel de leche del niño los estaban volviendo locos.

Al moverse, notar que ya no podía más y que el pelirrojo aun menos, bajó una mano para masturbarle y hacerle liberar tensión a su cuerpo aun sin desarrollar pero no tuvo tiempo de degustar esa parte de su cuerpo. Taemin sele corrió en la mano y se encendió como si su cabello y mejillas fuesen del mismo color emitiendo al segundo, el orgasmo más agudo que podría emitir una persona humana.

-¡¡¡¡AAAHHHH!!!
-¡¡Aah!!


Le llevó su corrida a los labios y le manchó con esta antes de lamérselos el mismo, aun podía con más, aguantaba bastante pero en el momento que se relamió, algo le sorprendió. El menor se agarró con fuerza de su espalda. Su punto débil. ¿Acaso lo sabía? Clavó sus uñas a la par que movía la cadera contra su cuerpo como una puta descosida.

No le llevó ni cinco minutos perderse en el placer y de un ronco gemido, le nombró y corrió en su interior, cayendo desplomado segundos después sobre su pecho.

-¡AAAHHH…Taemin!



Le escuchaba jadear y sollozar, coger aire y soltarlo de golpe, incapaz de mantenerlo dentro de su cuerpo. No sabía cómo llegaron a esto pero ninguno parecía lamentarlo. Se sonrieron y cuando recobraron el aire, se separaron.

-E-Esto…
-Dime
-N-no..nada…
-Taemin, habla. -Ordenó mientras ponía derechos algunos de los mechones del menor.
-¿Volveremos a vernos? -Baja la cabeza-
-Solo en los descansos antes de abrir este sitio.
-…-Le mira con carita de cordero degollado-Entonces seguiré trabajando aquí por siempre.
-Si eso quieres.




No dijeron nada más, no parecía una despedida, más bien un trato, un acuerdo en verse todos los días a la misma hora y en el mismo lugar.

Cuando llegó Kibum y los vio, empezó a reír y le mandó al chico curarse y cuidarse más para estar en forma, le sorprendió que su amigo fuese tan directo, pensaba que tan solo necesitaba tiempo, pero no tan poco.


Del tema no se habló más y cuando todos nombran al host club, nombran la leyenda de la pareja que quedan antes de que las puertas del lugar sean abiertas.





1 comentario:

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