domingo, 13 de octubre de 2013

Pétalos de Margaritas


Fic no recomendado para menores de 18 años.
2Min + MinKey



Minho, un padre ejemplar, trabajaba constantemente fuera de casa, en el extranjero debido a su trabajo. Taemin, un umma extraordinaria, cuidaba en la actualidad de la casa y los niños. Ambos se habían conocido en el vuelo “Nueva York – Las vegas”. Taemin era el azafata al cargo en ese vuelo. Cuando sus miradas se encontraron, fue el comienzo de una bonita y bella relación.
Se casaron pasados dos años, tanto tiempo  no por falta de amor entre los dos si no debido al trabajo de ambos. Cuando decidieron dar el paso, el menor dejó de lado su puesto de trabajo para dedicarse a llevar un hogar familiar.
Al año siguiente llegó su primer hijo, Jinki. El cual lloraba y lloraba si no era alimentado varias veces al día. A Taemin nunca le importó levantarse mil veces en la noche para alimentar a su primogénito mientras, por parte de Minho, rechinaba los dientes y maldecía que el bebé no se callara.
Pasaron los años y conforme iban asentando su amor y su familia, llegó la sorpresa de no uno si no dos bebés.
Lo cierto es que, en esta ocasión, sólo la madre del hogar estaba feliz de la noticia. En cambio, el padre, no tanto. El trabajo se hacía duro, la crisis había afectado a todos los sectores y él pendía de un hilo en su trabajo. Otra boca, no, dos bocas más que alimentar no sería fácil para nadie.

-Cariño, cariño, que te estoy hablando –Decía el menor a Minho.
-¿Ah? ¿Qué? ¿Qué quieres, Minnie?
-Te decía que podíamos utilizar la cuna de Jinki para los dos. Le hago un apaño y no tenemos que comprar una más grande.
-Claro, buena idea.

El rubio calló pues no veía a su esposo con muchas ganas. Hacía meses que no hacían el amor debido al embarazo y que se le notaba estresado a Minho.

Meses pasaron, habían conseguido ahorrar pese a que la guardería de Jinki se llevaba un buen tajo y todo estaba organizado. Incluso Minho parecía más feliz tras haber ascendido en su trabajo.

Todo ello, no duraría.

En el día del parto, la situación cambió.
Primero fue uno, al que llamaron Jonghyun y el segundo, que se hizo de rogar, fue un precioso bebé de ojos de gato al que llamaron Key.

-M-mis bebés…Aff…M-Minho…Déjame cogerlos –Jadeaba el cansado Taemin después del parto.
-Voy..Voy

Ambos estaban asombrados, eran preciosos los dos y el mayor se dispuso a entregar a Jonghyun a los brazos de su umma. El chico le parecía ya de por sí, fuerte y rebelde. En cambio, cuando tomó a Key para acercárselo al menor,…Los ojos felinos del recién nacido se encontraron con los de su progenitor y los de este, se abrieron e iluminaron al ver que tenía unos rasgos, sin duda, hermosos.
-Minho…El bebé…-Acurrucaba a un lado al mayor de los gemelos.
-…-No hubo respuesta.
-¿Minho?
-Un momento..Taemin…-Al rato, ya pasados varios minutos, le entregó a Key en sus brazos.

Se había quedado tan embobado con “su” bebé, que no quería cederlo. Era una rara sensación que…traería desgracias.

El tiempo pasó y pasó. Los niños crecieron. Eran constantes discusiones entre los dos primeros varones. Jinki siempre peleaba por sus juguetes a los que Jonghyun respondía con llantos o bien mordiscos a su hermano mayor. Key, sin embargo, era más tranquilo y siempre el primero en esperar por su padre.

¿Cuándo volvería de trabajar?¿Le faltaba mucho? En su lenguaje, preguntaba a su umma por su appa. Cuando se escuchaba abrir la puerta, como un gatito que busca mimos, iba lo más rápido que podía a recibir a su padre.

Era cierto que se le adelantaban Jinki y Jong y eran los primeros en recibir el afecto de Minho hasta que, como cada día, los dejaba a un lado y cogía en brazos a su precioso gatito.

-Mi Key, cada día estás más guapo. Tu madre cogerá celos –Le besaba los mofletes.
-Mentira, cariño. No podría celarme de nuestro pequeño Diva –Se acercó y besó los labios de su esposo sonriendo como un niño pese a los años que ya contaba.
Ambos  se sonrieron y las chispas saltaron de los ojos salvo de los de Key. Éste se había quedado mirando la imagen de su appa y umma juntando sus labios. ¿Qué se sentiría al hacer eso? ¿Por qué lo hacían siempre? Él, quería saberlo y, como cualquier gato curioso, fue a meter los bigotes.

-Appa chu, appa chu –Repetía en los brazos del moreno.
-¿Chu? ¿Mi gatito quiere un chu? –Le dio un besito en la nariz de Key a lo que Key se enfadó refunfuñando.
-Te quiere tanto, Minho –Los mira feliz.- La comida está lista. Aséate y sentémonos a comer.







En el almuerzo hablaron sobre cómo iba en el trabajo, los quehaceres de la casa, de los niños y, de Key. Éste había hecho un dibujo de su familia.

El más gracioso, sin duda era ver como Jinki levantaba una pelota y Jonghyun trataba de cogerla. Taemin aparecía en la mesa y muchos platos dulces de comida. Mientras que el mismo estaba en los brazos de su padre recibiendo mimos.

Las caricias y achuchones no le faltaron. Era el mejor mostrando el cariño que sentía por su familia y Minho sabía bien como corresponderle.

A la tarde de ese mismo día, los niños se echaron la siesta, unos más, otros menos. El primero en caer era el primogénito que con un par de mecidos ya estaba en el reino de los sueños. Seguido fue Key y, al rato largo, cayó Jonghyun que abrazaba sus juguetes a modo de “todo es mío”.

En la habitación, los enamorados se relajaban. Ahora los mimos debían ser entre ellos.
-Mi-Minho..aah..N-no tan..fuerte…Despertaremos..AAh..Los niños –Gemía el menor bajo su esposo el cual se dedicaba a mordisquear, lamer y acariciar todo el cuerpo de su Taemin.
-Umm…Todos merecen mimos, Taem –Funde su boca con la del menor y lo penetra haciendo que ahogase los gemidos.
-Ah..¡UmmF! Minho..ahh…

El baile de dos se hizo cada vez más y más intenso hasta que entre gemidos ya elevados, ambos llegaron al climax y se corrieron al tiempo.
-Aff…Mi amor…Aff…Te amo, Minho..Umm..
-Te amo, Taemin –Jadeaba echado, ahora con el menor sobre él.



Aquellos momentos parecían mágicos, eran felices y lo tenían todo pero, ese día, cierto bebé se despertó y, preocupado por esos sonidos, se había acercado al cuarto de sus padres, encontrándolos en pleno acto.
Los mayores no se habían dado cuenta y el bebé, sin saber lo que pasaba, vio todo. Quizá, no le importó demasiado, solo, aquellas últimas palabras.
Sería pequeño, sí, pero conocía el significado, según él, de las palabras “te amo” y eso, ocasionó que en tal pequeño ser, despertara la envidia. Su appa, era suyo, se lo había ganado desde que abrió los ojos al nacer.

Como si una maldad recorriera su pequeño cuerpo, se acercó y subió a la cama para despertar a su appa. A la tercera vez, lo consiguió.

-Appa, appa mío –Fruncía los labios. –Appa chu…-Al hacerle un puchero, el somnoliento Minho pensó que había tenido una pesadilla y necesitaba mimos que, por supuesto, él le daría.
-¿Has tenido un mal sueño? –Le abrazó y lo aupó un poco para besarle en la carita a lo que el pequeño respondió con varios chus seguidos en los labios de su appa. Ello provocó que el mayor riera por el ímpetu de su pequeño gatito.
-Umm…-Se despertó por las risas de Minho y observó cómo “se besaban”.-¿Qué haces Minho?
-Jajaja…Quiere mimos, creo que ha tenido una pesadilla –Respondió a la pregunta y seguía dando mimos a su pequeño.
-Appa mío, mío –Bufó como un gato hacia su umma.

A eso, el menor calló, parecía que lo echaba incluso de la habitación con esa mirada pero, era un niño, un pequeño que buscaba afecto y lo tomó por ese sentido.
-Claro que es tu appa, Key, bebé, ¿te preparo un vaso de leche calentita?
-…-Asiente-Chi umma.

Parecía una escusa perfecta para quedarse a solas con su appa pero tampoco sabía qué más hacer, como se dice, solo era un niño celoso por la atención de su padre.

Pasaron unos años más. Los chicos crecían y se hacían varoniles salvo Key, él, se había refinado y vuelto un chico astuto e inteligente. Siempre conseguía lo que quería y en casa era el que más hacía, por tanto, no le podían decir que lo que pretendía estaba mal. Sin embargo, su gemelo Jong era el epicentro de peleas entre chicos y Jinki al que más se debía de estar atento o saldría un día de casa y volvería con alguno embarazado. Según él, su Dubulge debía ser libre.

Uno de esos días en los que Taemin estaba ocupado en el colegio atendiendo a los maestros por Jong y Jinki que habían tenido una pelea con los de un año mayor, Key se encontraba en casa ordenando todo para la llegada de su appa.

Al abrirse la puerta, saltó a los brazos de su appa y le dio un buen beso en todos los morros.
-Mi gatito, tienes que controlarte que ya tienes una edad.
-Pero te quiero, appa, me gusta darte besitos…¿No me..dejas dártelos?
Ante el suspiro del mayor, sus labios se volvieron a encontrar. Esta vez, de forma diferente. El menor se aventajó y metió la lengua en la boca del mayor.
Era su hijo, su ojito derecho pero ya alcanzaba la edad de 16 años y, estaba de muy buen ver.
-Key, Key, ya. –Carraspeó la voz, ese beso era de los que ponían firmes a una piedra redonda.
-¿No te gusta,appa? ¿No? Yo..perduna …-Lo dijo tan infantil e inocente que se llevó mimos por parte del mayor.
Volvió a controlar la situación y le llevó al sofá en un abrazo por la cintura.
-Debes de estar cansado, te daré un masaje, ¿chi, appa? –Decía con esa voz melosa de gatito.
-Mira, no es mala idea. –Dejó que su pequeño empezara con el masaje y al poco tras otra de esas maniobras de Key, estaba sin la camiseta para que el masaje fuera mejor.-¿Y tu umma? ¿Jong se ha metido en problemas?
-Sí, los encontraron en el patio, Jinki se metió por medio y le rompieron una paleta. –Le contó Key mientras pasaba las manos por los fuertes hombros de su progenitor.
- Pobre…Verás que luego se queja que no puede comer bien –Se le escapó una risa.
-Claro que se quejará, está siempre comiendo –Se inclinó y besó la nuca de su padre.
-¡!..Key, no beses esa zona –Advirtió.

¿Un “no”? Para él no existía esa palabra y lo que dijo no hacer, lo repitió. Más besos y caricias, más apretones en su fuerte cuerpo hasta…¿Qué?¿Lo había conseguido? Su appa estaba erecto y…¡Menuda erección!
El mayor que trataba de aparentar, a duras penas, se vio envuelto en sensaciones raras y placenteras por parte de su gatito, el cual jugueteaba a masajear, acariciar en despistes y apretar finalmente cuando ya no hubo más que regañarle.

….   


-Ah..Es grande, appa, tan grande…Umm.. –Gemía el menor sentado a horcajadas sobre el mayor. –Aah..Aah..Sigue..Sígue…-Se sujetaba de los hombros de Minho mientras iba penetrándolo cada vez más fuerte, más rápido.

¿Cómo habían llegado hasta ahí? Tan solo recordaba que se le había sentado encima, cual niño pequeño pidiendo un abrazo y que un roce llevó a otro hasta ir a la situación.
-¡Kyyaa!¡Aappaa! –Se corrió manchando a su padre y el dentro suya explotó al llegar al orgasmo.

Pasó una hora y Taemin regresó con los niños. Aunque los regañaba, Jinki llevaba una piruleta para conseguir que no llorase por el diente partido. Encontró a Key en su habitación durmiendo. A Minho preparando unos informes y recién duchado.
-¿Todo bien cariño? –Se acerca y besa sus labios.
-Sí, claro. ¿Y esos dos? ¿Necesitan más reprimendas? –Correspondió a su esposo.
-Ya les regañé mucho. Es tarde, ¿qué quieres cenar hoy? Me pondré inmediatamente.
-Llamemos a unas pizzas, me apetecen.

El grito que dio el mayor de los hijos logró despertar a Key y es que, ante la comida, que se quite cualquier dolor.
Los días pasaron. Los encuentros se hacían más frecuentes entre padre e hijo y menos entre el matrimonio.
Un día en el que Taemin había ido a casa de sus parientes, volvieron a hacerlo, pero, en esa ocasión, el menor que había regresado antes, los encontró en pleno acto, en su habitación.
Tan de piedra se quedó que no se escuchó ni como su corazón se rompía en mil pedazos. Era su esposo con su propio hijo, algo inaceptable, algo repulsivo y ahí estaban.
El pitido de oídos que le entró cuando escuchó el nombre del otro en cada uno de los labios de los amantes, logró que despertara y saliera corriendo de la casa.
Ese día, ese día sería el fin.
En un arrebato lleno de ira, volvió a casa, ya era de madrugada y todos descansaban. Pasó por la cocina y agarró un cuchillo para, como arma, ir a acabar con el mal que había entrado en su familia.

Observó dormir a sus pequeños, todos tan tranquilos, tan relajados absortos de lo que iba a ocurrir. El umma había cambiado de forma tan radical debido a lo que contempló a la tarde que, sin pensamiento ninguno ni sentimiento, un tajo al cuello de Key hizo que este despertara sobresaltado y tosiera sangre sin voz alguna. Así no lo iba a dejar, debía acabar de forma radical.

-¿Quieres tocar lo que es mío? De eso nada. –Le susurraba y agarraba una de sus manos.-Estos dedos no deben tocar lo mío
Taemin había inmovilizado a Key por tanto, por mucho que se resistiese, no podía escapar y que se desangrara por el cuello no ayudaba.
-Juguemos como haces con papá. Me conozco un juego mejor. Se llama…Me quiere, no me quiere…
Uno a uno, fue cortando todos los dedos de su hijo, empezó a llorar al llegar al cuarto dedo pero ello no le impidió continuar e ir nombrando en susurros las palabras del juego. Todos, los “quitó” todos del cuerpo del gatito favorito de Minho.
En el dedo número diez, dijo, como un niño feliz…Me quiere.




Para cuando se dio cuenta, su bebé, Key, había dejado de revolverse, había muerto hacía rato. En la cama, toda manchada de sangre,  estaban esparcidos los dedos del menor de sus hijos.

Los minutos iban pasando y todos despertarían. ¿Haría o no haría? Su decisión fue, hacer. Enterró a su hijo en el jardín dentro de baúl el cual le fue regalado a Key a la edad de 15 años por Minho.
Luego recogió y limpió todo, dejándolo impecable,  sin pruebas. Al mismo tiempo, fue a escribir una nota para la familia en la que decía que se iba a ver mundo. Se sabía que le gustaba la moda de París. Así que lo puso tal cual.

Al amanecer, todo estaba en calma, ya solo quedaba preocuparse por lo que sucediera al despertar todos pero eso, eso sería para otro día.


Minho fue el más afectado. Normal, pensó Taemin en su mente. Los chicos dijeron que uno de estos días verían a su hermano en las pasarelas de moda. Mientras, él, en los silencios de la noche, recogía un pequeño cobre que escondía bajo la cama dónde, en su interior, se encontraban “los pétalos de margaritas”, los dedos cortados del hijo menor.