Fic no recomendado para menores de 18 años.
2Min + MinKey
Minho, un padre ejemplar, trabajaba constantemente fuera de
casa, en el extranjero debido a su trabajo. Taemin, un umma extraordinaria,
cuidaba en la actualidad de la casa y los niños. Ambos se habían conocido en el
vuelo “Nueva York – Las vegas”. Taemin era el azafata al cargo en ese vuelo.
Cuando sus miradas se encontraron, fue el comienzo de una bonita y bella
relación.
Se casaron pasados dos años, tanto tiempo no por falta de amor entre los dos si no
debido al trabajo de ambos. Cuando decidieron dar el paso, el menor dejó de
lado su puesto de trabajo para dedicarse a llevar un hogar familiar.
Al año siguiente llegó su primer hijo, Jinki. El cual
lloraba y lloraba si no era alimentado varias veces al día. A Taemin nunca le
importó levantarse mil veces en la noche para alimentar a su primogénito
mientras, por parte de Minho, rechinaba los dientes y maldecía que el bebé no
se callara.
Pasaron los años y conforme iban asentando su amor y su
familia, llegó la sorpresa de no uno si no dos bebés.
Lo cierto es que, en esta ocasión, sólo la madre del hogar
estaba feliz de la noticia. En cambio, el padre, no tanto. El trabajo se hacía
duro, la crisis había afectado a todos los sectores y él pendía de un hilo en
su trabajo. Otra boca, no, dos bocas más que alimentar no sería fácil para
nadie.
-Cariño, cariño, que te estoy hablando –Decía el menor a
Minho.
-¿Ah? ¿Qué? ¿Qué quieres, Minnie?
-Te decía que podíamos utilizar la cuna de Jinki para los
dos. Le hago un apaño y no tenemos que comprar una más grande.
-Claro, buena idea.
Meses pasaron, habían conseguido ahorrar pese a que la
guardería de Jinki se llevaba un buen tajo y todo estaba organizado. Incluso
Minho parecía más feliz tras haber ascendido en su trabajo.
Todo ello, no duraría.
En el día del parto, la situación cambió.
Primero fue uno, al que llamaron Jonghyun y el segundo, que
se hizo de rogar, fue un precioso bebé de ojos de gato al que llamaron Key.
-M-mis bebés…Aff…M-Minho…Déjame cogerlos –Jadeaba el cansado
Taemin después del parto.
-Voy..Voy
Ambos estaban asombrados, eran preciosos los dos y el mayor
se dispuso a entregar a Jonghyun a los brazos de su umma. El chico le parecía
ya de por sí, fuerte y rebelde. En cambio, cuando tomó a Key para acercárselo
al menor,…Los ojos felinos del recién nacido se encontraron con los de su
progenitor y los de este, se abrieron e iluminaron al ver que tenía unos
rasgos, sin duda, hermosos.
-Minho…El bebé…-Acurrucaba a un lado al mayor de los gemelos.
-…-No hubo respuesta.
-¿Minho?
-Un momento..Taemin…-Al rato, ya pasados varios minutos, le
entregó a Key en sus brazos.
Se había quedado tan embobado con “su” bebé, que no quería
cederlo. Era una rara sensación que…traería desgracias.
El tiempo pasó y pasó. Los niños crecieron. Eran constantes
discusiones entre los dos primeros varones. Jinki siempre peleaba por sus
juguetes a los que Jonghyun respondía con llantos o bien mordiscos a su hermano
mayor. Key, sin embargo, era más tranquilo y siempre el primero en esperar por
su padre.
¿Cuándo volvería de trabajar?¿Le faltaba mucho? En su
lenguaje, preguntaba a su umma por su appa. Cuando se escuchaba abrir la
puerta, como un gatito que busca mimos, iba lo más rápido que podía a recibir a
su padre.
Era cierto que se le adelantaban Jinki y Jong y eran los
primeros en recibir el afecto de Minho hasta que, como cada día, los dejaba a
un lado y cogía en brazos a su precioso gatito.
-Mi Key, cada día estás más guapo. Tu madre cogerá celos –Le
besaba los mofletes.
-Mentira, cariño. No podría celarme de nuestro pequeño Diva –Se
acercó y besó los labios de su esposo sonriendo como un niño pese a los años
que ya contaba.
Ambos se sonrieron y
las chispas saltaron de los ojos salvo de los de Key. Éste se había quedado
mirando la imagen de su appa y umma juntando sus labios. ¿Qué se sentiría al
hacer eso? ¿Por qué lo hacían siempre? Él, quería saberlo y, como cualquier
gato curioso, fue a meter los bigotes.
-Appa chu, appa chu –Repetía en los brazos del moreno.
-¿Chu? ¿Mi gatito quiere un chu? –Le dio un besito en la
nariz de Key a lo que Key se enfadó refunfuñando.
-Te quiere tanto, Minho –Los mira feliz.- La comida está
lista. Aséate y sentémonos a comer.
En el almuerzo hablaron sobre cómo iba en el trabajo, los
quehaceres de la casa, de los niños y, de Key. Éste había hecho un dibujo de su
familia.
El más gracioso, sin duda era ver como Jinki levantaba una
pelota y Jonghyun trataba de cogerla. Taemin aparecía en la mesa y muchos
platos dulces de comida. Mientras que el mismo estaba en los brazos de su padre
recibiendo mimos.
Las caricias y achuchones no le faltaron. Era el mejor
mostrando el cariño que sentía por su familia y Minho sabía bien como
corresponderle.
A la tarde de ese mismo día, los niños se echaron la siesta,
unos más, otros menos. El primero en caer era el primogénito que con un par de
mecidos ya estaba en el reino de los sueños. Seguido fue Key y, al rato largo,
cayó Jonghyun que abrazaba sus juguetes a modo de “todo es mío”.
En la habitación, los enamorados se relajaban. Ahora los
mimos debían ser entre ellos.
-Mi-Minho..aah..N-no tan..fuerte…Despertaremos..AAh..Los
niños –Gemía el menor bajo su esposo el cual se dedicaba a mordisquear, lamer y
acariciar todo el cuerpo de su Taemin.
-Umm…Todos merecen mimos, Taem –Funde su boca con la del
menor y lo penetra haciendo que ahogase los gemidos.
-Ah..¡UmmF! Minho..ahh…
El baile de dos se hizo cada vez más y más intenso hasta que
entre gemidos ya elevados, ambos llegaron al climax y se corrieron al tiempo.
-Aff…Mi amor…Aff…Te amo, Minho..Umm..
-Te amo, Taemin –Jadeaba echado, ahora con el menor sobre
él.
Aquellos momentos parecían mágicos, eran felices y lo tenían
todo pero, ese día, cierto bebé se despertó y, preocupado por esos sonidos, se
había acercado al cuarto de sus padres, encontrándolos en pleno acto.
Los mayores no se habían dado cuenta y el bebé, sin saber lo
que pasaba, vio todo. Quizá, no le importó demasiado, solo, aquellas últimas
palabras.
Sería pequeño, sí, pero conocía el significado, según él, de
las palabras “te amo” y eso, ocasionó que en tal pequeño ser, despertara la
envidia. Su appa, era suyo, se lo había ganado desde que abrió los ojos al
nacer.
Como si una maldad recorriera su pequeño cuerpo, se acercó y
subió a la cama para despertar a su appa. A la tercera vez, lo consiguió.
-Appa, appa mío –Fruncía los labios. –Appa chu…-Al hacerle
un puchero, el somnoliento Minho pensó que había tenido una pesadilla y
necesitaba mimos que, por supuesto, él le daría.
-¿Has tenido un mal sueño? –Le abrazó y lo aupó un poco para
besarle en la carita a lo que el pequeño respondió con varios chus seguidos en
los labios de su appa. Ello provocó que el mayor riera por el ímpetu de su
pequeño gatito.
-Umm…-Se despertó por las risas de Minho y observó cómo “se
besaban”.-¿Qué haces Minho?
-Jajaja…Quiere mimos, creo que ha tenido una pesadilla –Respondió
a la pregunta y seguía dando mimos a su pequeño.
-Appa mío, mío –Bufó como un gato hacia su umma.
A eso, el menor calló, parecía que lo echaba incluso de la
habitación con esa mirada pero, era un niño, un pequeño que buscaba afecto y lo
tomó por ese sentido.
-Claro que es tu appa, Key, bebé, ¿te preparo un vaso de
leche calentita?
-…-Asiente-Chi umma.
Parecía una escusa perfecta para quedarse a solas con su
appa pero tampoco sabía qué más hacer, como se dice, solo era un niño celoso
por la atención de su padre.
Pasaron unos años más. Los chicos crecían y se hacían varoniles
salvo Key, él, se había refinado y vuelto un chico astuto e inteligente.
Siempre conseguía lo que quería y en casa era el que más hacía, por tanto, no
le podían decir que lo que pretendía estaba mal. Sin embargo, su gemelo Jong
era el epicentro de peleas entre chicos y Jinki al que más se debía de estar
atento o saldría un día de casa y volvería con alguno embarazado. Según él, su
Dubulge debía ser libre.
Uno de esos días en los que Taemin estaba ocupado en el
colegio atendiendo a los maestros por Jong y Jinki que habían tenido una pelea
con los de un año mayor, Key se encontraba en casa ordenando todo para la
llegada de su appa.
Al abrirse la puerta, saltó a los brazos de su appa y le dio
un buen beso en todos los morros.
-Mi gatito, tienes que controlarte que ya tienes una edad.
-Pero te quiero, appa, me gusta darte besitos…¿No me..dejas
dártelos?
Ante el suspiro del mayor, sus labios se volvieron a
encontrar. Esta vez, de forma diferente. El menor se aventajó y metió la lengua
en la boca del mayor.
Era su hijo, su ojito derecho pero ya alcanzaba la edad de
16 años y, estaba de muy buen ver.
-Key, Key, ya. –Carraspeó la voz, ese beso era de los que
ponían firmes a una piedra redonda.
-¿No te gusta,appa? ¿No? Yo..perduna …-Lo dijo tan infantil
e inocente que se llevó mimos por parte del mayor.
Volvió a controlar la situación y le llevó al sofá en un
abrazo por la cintura.
-Debes de estar cansado, te daré un masaje, ¿chi, appa? –Decía
con esa voz melosa de gatito.
-Mira, no es mala idea. –Dejó que su pequeño empezara con el
masaje y al poco tras otra de esas maniobras de Key, estaba sin la camiseta
para que el masaje fuera mejor.-¿Y tu umma? ¿Jong se ha metido en problemas?
-Sí, los encontraron en el patio, Jinki se metió por medio y
le rompieron una paleta. –Le contó Key mientras pasaba las manos por los
fuertes hombros de su progenitor.
- Pobre…Verás que luego se queja que no puede comer bien –Se
le escapó una risa.
-Claro que se quejará, está siempre comiendo –Se inclinó y
besó la nuca de su padre.
-¡!..Key, no beses esa zona –Advirtió.
¿Un “no”? Para él no existía esa palabra y lo que dijo no
hacer, lo repitió. Más besos y caricias, más apretones en su fuerte cuerpo
hasta…¿Qué?¿Lo había conseguido? Su appa estaba erecto y…¡Menuda erección!
El mayor que trataba de aparentar, a duras penas, se vio
envuelto en sensaciones raras y placenteras por parte de su gatito, el cual
jugueteaba a masajear, acariciar en despistes y apretar finalmente cuando ya no
hubo más que regañarle.
….
-Ah..Es grande, appa, tan grande…Umm.. –Gemía el menor
sentado a horcajadas sobre el mayor. –Aah..Aah..Sigue..Sígue…-Se sujetaba de
los hombros de Minho mientras iba penetrándolo cada vez más fuerte, más rápido.
¿Cómo habían llegado hasta ahí? Tan solo recordaba que se le
había sentado encima, cual niño pequeño pidiendo un abrazo y que un roce llevó
a otro hasta ir a la situación.
-¡Kyyaa!¡Aappaa! –Se corrió manchando a su padre y el dentro
suya explotó al llegar al orgasmo.
Pasó una hora y Taemin regresó con los niños. Aunque los
regañaba, Jinki llevaba una piruleta para conseguir que no llorase por el
diente partido. Encontró a Key en su habitación durmiendo. A Minho preparando
unos informes y recién duchado.
-¿Todo bien cariño? –Se acerca y besa sus labios.
-Sí, claro. ¿Y esos dos? ¿Necesitan más reprimendas? –Correspondió
a su esposo.
-Ya les regañé mucho. Es tarde, ¿qué quieres cenar hoy? Me
pondré inmediatamente.
-Llamemos a unas pizzas, me apetecen.
El grito que dio el mayor de los hijos logró despertar a Key
y es que, ante la comida, que se quite cualquier dolor.
Los días pasaron. Los encuentros se hacían más frecuentes
entre padre e hijo y menos entre el matrimonio.
Un día en el que Taemin había ido a casa de sus parientes,
volvieron a hacerlo, pero, en esa ocasión, el menor que había regresado antes,
los encontró en pleno acto, en su habitación.
Tan de piedra se quedó que no se escuchó ni como su corazón
se rompía en mil pedazos. Era su esposo con su propio hijo, algo inaceptable,
algo repulsivo y ahí estaban.
El pitido de oídos que le entró cuando escuchó el nombre del
otro en cada uno de los labios de los amantes, logró que despertara y saliera
corriendo de la casa.
Ese día, ese día sería el fin.
En un arrebato lleno de ira, volvió a casa, ya era de
madrugada y todos descansaban. Pasó por la cocina y agarró un cuchillo para,
como arma, ir a acabar con el mal que había entrado en su familia.
Observó dormir a sus pequeños, todos tan tranquilos, tan
relajados absortos de lo que iba a ocurrir. El umma había cambiado de forma tan
radical debido a lo que contempló a la tarde que, sin pensamiento ninguno ni
sentimiento, un tajo al cuello de Key hizo que este despertara sobresaltado y
tosiera sangre sin voz alguna. Así no lo iba a dejar, debía acabar de forma
radical.
-¿Quieres tocar lo que es mío? De eso nada. –Le susurraba y
agarraba una de sus manos.-Estos dedos no deben tocar lo mío
Taemin había inmovilizado a Key por tanto, por mucho que se
resistiese, no podía escapar y que se desangrara por el cuello no ayudaba.
-Juguemos como haces con papá. Me conozco un juego mejor. Se
llama…Me quiere, no me quiere…
Uno a uno, fue cortando todos los dedos de su hijo, empezó a
llorar al llegar al cuarto dedo pero ello no le impidió continuar e ir
nombrando en susurros las palabras del juego. Todos, los “quitó” todos del
cuerpo del gatito favorito de Minho.
En el dedo número diez, dijo, como un niño feliz…Me quiere.
Para cuando se dio cuenta, su bebé, Key, había dejado de
revolverse, había muerto hacía rato. En la cama, toda manchada de sangre, estaban esparcidos los dedos del menor de sus
hijos.
Los minutos iban pasando y todos despertarían. ¿Haría o no
haría? Su decisión fue, hacer. Enterró a su hijo en el jardín dentro de baúl el
cual le fue regalado a Key a la edad de 15 años por Minho.
Luego recogió y limpió todo, dejándolo impecable, sin pruebas. Al mismo tiempo, fue a escribir
una nota para la familia en la que decía que se iba a ver mundo. Se sabía que
le gustaba la moda de París. Así que lo puso tal cual.
Al amanecer, todo estaba en calma, ya solo quedaba
preocuparse por lo que sucediera al despertar todos pero eso, eso sería para
otro día.
Minho fue el más afectado. Normal, pensó Taemin en su mente.
Los chicos dijeron que uno de estos días verían a su hermano en las pasarelas
de moda. Mientras, él, en los silencios de la noche, recogía un pequeño cobre
que escondía bajo la cama dónde, en su interior, se encontraban “los pétalos de
margaritas”, los dedos cortados del hijo menor.