miércoles, 4 de septiembre de 2013

Gif SHINee

Tanda de gif SHINee 














































Dream Of All




Era un caluroso día de verano. Nadie sabía por qué esos días estaban siendo asfixiantes y extremadamente duros para todos. La contaminación y el cambio climático tenían mucho que ver.


Jinki Lee, un joven estudiante de preparatoria se preparaba para el comienzo de las clases aunque faltase aún más de un mes de por medio.
Se levantaba temprano y acostaba tarde, todos y cada uno de los momentos del día se le podía encontrar con un libro en las manos.






Así era, un genio dispuesto a descubrir todos los detalles de la vida. A él no le importaba que pensaran los demás, ni los adultos por ser más aplicado que ellos, con mejores resultados; ni los compañeros de universidad que por no ir a fiestas y orgías del campus, ya le veían como un bicho raro.

Su único amigo y ex-compañero había abierto apenas hace cuatro meses un local y centro de ocio. Más bien se trataba de un host club. El cual, apenas en el tiempo de existencia, era el más conocido y hablado tanto por jóvenes como por ancianos, por mujeres y hombres sin importar la edad. Todos, tarde o temprano, lo acababan visitando.

En una de las caminatas del medio día, de camino a casa tras el trabajo de jornada partida como dependiente y bibliotecario en una biblioteca de la ciudad, recibió un mensaje de su amigo.



-"Cariño, hace tiempo que no me visitas, ven a verme, te extraño~  Te quiere, Kibum"



Los mensajes del rubio siempre le hacían sonreír, al principio le incomodaban pero acabó por darse cuenta de que esa era la personalidad única que le caracterizaba.

Cambió la trayectoria y se dirigió al host club, llamado "Dream Of All". Un correcto nombre para aquél lugar. Según Kibum, su sueño era hacer cumplir los sueños inalcanzables de los demás.



Le conocía, tan solo buscaba ser el centro de atención y si se enteraba de la vida, desgracias y fortunas de los cercanos y los que se están por acercar, le hacía inmensamente feliz.



Una vez llegado al lugar, entró y miró como estaba todo cambiado, cojines color blanco en sofás celestes, suelo con césped artificial o de parqué oscuro. Conforme caminabas todo se volvía rustico, salvaje y misterioso por los colores apagados y oscuros que aparecían en cortinas, taburetes y mesas. 

Todo el lugar parecía sacado de un cuento de terror y fantasía.
Por suerte, todo estaba vacío, aun faltaban unas horas para que se abriera al público.



Antes de llegar a la barra, un chico algo más bajo que el, con los ojos marones chispeantes, cabello rubio y sonrisa pícara salió de entre unas cortinas y le dio la bienvenida.






-Buenas tardes, mi señor. Déjeme servirle una bebida y buscarle un buen lugar de descanso.
-Kibum, compórtate. 
-¿Qué te parece? 
-Bastante elaborado, pretendías montar el diseño de un bosque y acabó siendo el castillo del Conde Dracula.
-Joder.-Se rasca la nuca.- No puedo sacarme de la cabeza el último libro que leí.
-Se nota.-Dijo el castaño secamente-


Antes de seguir hablando, le guió hasta los sillones del fondo, unos perfectamente recubiertos de terciopelo negro y según le daba la luz, brillaban como rubíes, dando al mayor, ahora sentado en uno de ellos, un aspecto mágico y endemoniado.







-Me pones, te sienta de muerte este lugar. 
-Lo sé, Key, sé que te pongo y este sitio es una maravilla.







A unos metros de ellos se escucha un seco golpe seguido de un quejido. 
Un muchacho de pelo rojo y vestido de doncella se acababa de golpear una pierna con el cubo de fregar.


-¿Es que no tienes cuidado? Termina o llegarán los clientes.-Frunce el ceño el rubio regañando al pelirrojo-
-P-perdón. -Baja la cabeza y se disculpa-



En el acto, el pelo se le puso tapándole toda la cara y a duras penas se le podían distinguir los ojos. Aquella imagen se le grabó en la mente.

Aquél intento de hombre…Era tan sumiso y tímido que todo aquello que fuese un sobresalto seguro le haría estallar el corazón.


Una vez el joven continuó con su trabajo el rubio le miró.



-No me puedo creer que te ponga esa cosita muerta.-Dijo el rubio.

-¿Cómo dices, Kibum? -Apartó la mirada del joven que sin un motivo razonable, no podía dejar de ver y miró a su amigo.
-Lo que oyes, seguro se te puso dura al ver vestido de doncella a ese chico con forma de mujer.
-No sé de que hablas. -Frunce el ceño molesto.
-¿En serio? -Sonríe pícaro-¿Qué quieres saber de él?



Key sabía perfectamente que el crío de cabellos rizados le había llamado la atención. Pese a que se conocían de escasos dos años, habían llegado a ser los "mejores" amigos y se veían las intenciones antes de que ellos mismos se diesen cuenta. 

Tras preguntar por lo básico de cuándo se tiene cierta curiosidad, sonrió satisfecho.
El joven apenas era un crío de dieciséis años que buscaba algo de dinero para poder seguir estudiando y encontrar a Key en el supermercado, discutiendo con las verduras le dieron la oportunidad de pedir trabajo ya que por conocidos sabía que abriría un local pronto.

Este accedió y le contrató como la limpiadora. Con la condición de que tendría que llevar modelitos. En un principio le incomodó y le hizo dudar pero con sus dotes persuasivas, le aclaró que toda la limpieza del club se hacía sin clientes presentes, con ello, dejó su vergüenza de lado y accedió.


-Interesante. -Dijo con sequedad.
-Lo es, ni siquiera quiere ducharse pese a lo muy sudado que queda al limpiar todo el lugar.


Ante el comentario de Kibum, inesperado o directo, se le subió el calor al cuerpo y se tensó pero seguía aparentando tranquilidad y su expresión fría volvió a ser presente.

Tras un par de horas de charla, comentando las cosas del club y de la universidad, del estudio y del trabajo, de los vicios y cualquier tema relacionado al sexo que a la Diva se le ocurriese sacar, el joven pelirrojo volvió a acercarse.


-T-Terminé..¿P-Puedo marcharme ya? -Preguntó con timidez.
-Claro,si terminaste te puedes ir hasta mañana. -Respondió Key sin mirarlo.
-Pe-Pero...Mañana es domingo...Usted dijo que podía faltar...
-¿Dije eso?¿Cuándo? -Enarca una ceja sin acordarse.
-A-Ayer m-me lo di…-Bajo la cabeza en un acto reflejo para desaparecer.
-Ven, si no, no te pagaré~
-P-Pero…S-Si señor…

Cuando el menor se giraba resignado para marcharse sentí que algo debía hacer, miré a Key, este se divertía y al encontrarse con mi mirada tan solo empezó a reír.




-Espera. -Dijo el rubio y se levantó.-Siéntate.
-¿Qué?-Se para y  le mira o eso parece bajo los rizos rojizos.
-No hagas que lo repita. -Pone los brazos en jarra.- Siéntate.-Le cede su sitio al lado de Jinki.


No supo porque el niño estaba obedeciendo como una perra bajo las ordenes de su amo. Todo eso le estaba afectando demasiado o no lo suficiente.

Parecía impacientarse y cuando por fin se sentó, noté como contenía la respiración, queriendo que la tierra se lo tragase.

-No temas, estás en buenas manos. -El rubio puso morros y se acercó a su amigo, le besó la mejilla y posteriormente se la limpió del carmín.- ¿Puedes quedarte un rato más? Recordé que tenía que hacer unas cosillas y no tengo a nadie a quién dejarle el lugar. -Miró al menor.-Y tu quédate para lo que necesite, ¿sí?


No dijo más y se marchó casi pegando brincos de alegría. Sabía que pretendía algo, lo sabía más no podía pensar con claridad, algo en el ambiente me volvía loco y hacía que mi mente no funcionase en condiciones.
Al escuchar un suspiro, apenas inaudible giró la cara y se encontró con el rostro del chico, con las mejillas coloradas y con las manos entre las piernas, pareciendo que estuviese a punto de salir corriendo gritando auxilio.


-¿Cómo te llamas?
-¿N-no se lo dijo…el señor Kibum?
-Si, ahora quiero escucharlo de tus labios.-Respondió seco el mayor.
-Ah…M-Me lla-llamo Taemin…Se-Señor…¿?
-Onew, Jinki solo me llama Key.
-Ah…-Se encoge sobre sí.- E-Encantado…señor Onew.






Su comportamiento, su actitud y ese aroma tan suave y empalagoso me llamaban la atención y despertaba deseos que jamás había liberado. No sabía cómo continuar, quería seguir escuchando su voz y el tiempo pasaba, más de veinte minutos esperando a Kibum y este no venía, apenas faltaba hora y media para abrir el lugar y allí estaba, a solas con el chico de la limpieza.

Me movía incómodo en el sillón, algo tenía, debía hacer, pensaba una y otra vez. Otro suspiro, no sabía ni cuantos emitió y ya no podía más.

-Detente.*Dice con voz firme, rompiendo el silencio*
-¿Ah? *Le mira y tiembla*


¿Temblaba? ¿Temblaba de miedo tan solo porque le llamé la atención por sus suspiros? No le entendía, estaba fuera de toda lógica, era algo incomprensible para mi brillante mente. Todo estaba fuera de lugar.

Uno más.

No sé que pasó, cuando quise darme cuenta, estaba con el pelirrojo bajo mi cuerpo y yo sobre el suyo, en una posición incómoda para ambos.


-N-No  me haga nada..Por fa-favor…-Vuelve a temblar.
-No te lo haré.-Con delicadeza le acaricia el cabello y le aparta el fleco, dejando a la vista sus ojos, brillantes, casi llorosos y una mirada infantil, apenas sacado de la cuna.


Esa escena, sacada del mejor libro de romance tan solo dejaba a la vista la vergüenza del menor. Éste, cerrando los ojos, se mordió los labios y se intentó recoger sobre sí mismo. Fue un intento fallido. Mis manos se movían por su cuerpo, lo miraban, tocaban y besaban desasiéndose rápidamente de esa ropa tan humillante para el muchacho.

No podía parar, algo lo impedía. Entonces ocurrió, no fue un suspiro ni un quejido. Un gemido de los labios rosados del pelirrojo cuando le lamía los pezones hizo que despertase mi más primario deseo, no tuvo tiempo de reaccionar, le sujeté las manos, las cuales como garras se sujetaban del sofá y le hice que me tocara.

Todo se volvía borroso, estaba descubriendo el calor que se sentía con el roce de otro ser vivo.
Aquellos momentos pasaban rápido, el menor, tímido y sumiso, ante sus ordenes y la propia ayuda del mayor, le iba desnudando, dejando ver su más que enorme erección. Era algo imposible de negar que tenía una bastante grande en relación con otros chicos de su edad.

El mayor jadeó al momento que empezó a masturbarle y el chico ya chillaba entre gemidos cuando sus piernas eran alzadas por el moreno. Poco a poco, se pedían más.
En un beso pasional y lujurioso, Taemin suplicó que no continuase. Imposible, pensó el mayor y acto seguido, sujetándole las manos con una para que no se resistiera y la cadera con otra para alzarsela, de un golpe seco, le penetró y desvirgó en el acto.


-¡Aah!..-Gimió ronco de placer.
-¡¡AAAAAHH!! -Grita de dolor ante el gran tamaño del mayor.


Empezó a moverse, ajeno a los gritos y chillidos que emitía, cada vez que salía y entraba volvía a ser igual de placentero y doloroso para ambos. Tanto por ser virgen y estrecho el menor como por ser el mayor demasiado grande y fuerte que el pelirrojo.

-P-Paré…P-Por fa-favor..¡¡AAAH!!
-Ahh…-Le miró a los ojos y le obligó a mirarle.- ¿Quieres…que pare?


El menor, hasta el momento, siendo violado se quedó en silencio y se le saltaron las lagrimas o eso parecía puesto que llevaba minutos llorando. Negó con fuerza y alzó la cadera para Onew.

No pudo evitarlo y sonrió triunfante. Había conseguido volverlo igual de loco y en pocos segundos, le soltó las manos, lo sujetó y de forma incansable le movía contra sí.

Por otra parte, el pelirrojo, pese a su inexperiencia, comenzó a mover la cadera, notando que así le era más fácil llevar el ritmo y no sentía tanto dolo.

Cuando se juntaron como si de un mismo ser se tratase, ambos gimieron el nombre del otro.

-Aahh…Taemin…
-AAAHH…O-One-ew…AAHh…N-No paré...Sseñor…AAHH…¡JINKI!


Su nombre en los labios del menor, con esa voz tan suave, sonaba tan orgásmica que no pudo con más. Los gritos, jadeos, movimientos secos y rápidos, arañazos, caricias y algún que otro mordisco del mayor sobre la piel de leche del niño los estaban volviendo locos.

Al moverse, notar que ya no podía más y que el pelirrojo aun menos, bajó una mano para masturbarle y hacerle liberar tensión a su cuerpo aun sin desarrollar pero no tuvo tiempo de degustar esa parte de su cuerpo. Taemin sele corrió en la mano y se encendió como si su cabello y mejillas fuesen del mismo color emitiendo al segundo, el orgasmo más agudo que podría emitir una persona humana.

-¡¡¡¡AAAHHHH!!!
-¡¡Aah!!


Le llevó su corrida a los labios y le manchó con esta antes de lamérselos el mismo, aun podía con más, aguantaba bastante pero en el momento que se relamió, algo le sorprendió. El menor se agarró con fuerza de su espalda. Su punto débil. ¿Acaso lo sabía? Clavó sus uñas a la par que movía la cadera contra su cuerpo como una puta descosida.

No le llevó ni cinco minutos perderse en el placer y de un ronco gemido, le nombró y corrió en su interior, cayendo desplomado segundos después sobre su pecho.

-¡AAAHHH…Taemin!



Le escuchaba jadear y sollozar, coger aire y soltarlo de golpe, incapaz de mantenerlo dentro de su cuerpo. No sabía cómo llegaron a esto pero ninguno parecía lamentarlo. Se sonrieron y cuando recobraron el aire, se separaron.

-E-Esto…
-Dime
-N-no..nada…
-Taemin, habla. -Ordenó mientras ponía derechos algunos de los mechones del menor.
-¿Volveremos a vernos? -Baja la cabeza-
-Solo en los descansos antes de abrir este sitio.
-…-Le mira con carita de cordero degollado-Entonces seguiré trabajando aquí por siempre.
-Si eso quieres.




No dijeron nada más, no parecía una despedida, más bien un trato, un acuerdo en verse todos los días a la misma hora y en el mismo lugar.

Cuando llegó Kibum y los vio, empezó a reír y le mandó al chico curarse y cuidarse más para estar en forma, le sorprendió que su amigo fuese tan directo, pensaba que tan solo necesitaba tiempo, pero no tan poco.


Del tema no se habló más y cuando todos nombran al host club, nombran la leyenda de la pareja que quedan antes de que las puertas del lugar sean abiertas.





martes, 3 de septiembre de 2013

Destino, el infierno.





Hacía años que no pasaba por aquí…Miento, tan solo meses atrás contuve una enfermedad, aquella me atrajo a volver. El abismo de las sombras, un cruel tormento, día y noche, entre otras,…paz total.

Tanto fue el engaño y error cometido por mis predecesores que el único camino a poder elegir era cada vez el más oscuro y tormentoso.


Sin embargo, nada había cambiado. Los mismo arboles de antaño, encimas milenarias, hiedras venenosas que bañaban las paredes del inmenso castillo, el cual no hace mucho era mi hogar.



Un lugar de ensueño, un paraíso para muchos…¿Para mí?...No, para mí no era el paraíso.


De éste fui echada no hacía muchas horas, un largo y bonito cuento parecía haber llegado a su fin. Ahora, sin encontrar otro lugar en el cual esconderme, volvía a mis bases. 



Caminaba por los jardines, por los patios traseros e interiores, a sabiendas de todas las salas ocultas, del lago subterráneo, de las tuberías de piedras e infinidad de detalles que en otro momento estuvieron cubiertos de sangre de seres mágicos.

A mi encuentro por el décimo pasillo que cruzaba hasta llegar a la torre del norte, se apareció ante mí la viva imagen del diablo.

-¿Es posible volver  a las bases? En tu caso, mi niña, todo es imposible.
-Silencio.

Mandando callar a uno de los “profesores” que hace cuatro años atrás la expulsaron por acarrear todas las culpas de un suceso que se mantiene en el anonimato, continuó con su camino hacia su refugio.

El camino se fue estrechando, el suelo acabó por ser piedra de décadas, estaba cada vez menos iluminado, a su vez, cambiaba la electricidad por antorchas que en su interior, el fuego era tan rojo y vivo como las llamaradas del infierno.


Al final de las escaleras, una gran puerta daba por acabada la caminata. Era temprano pero estaba cansada, aun con ello, seguía sin poder dormir por mucho que lo intentara. Sacando una llave antigua, abrió el portón, entrando a su antigua habitación. 




Tenía claro que nadie había estado allí hacía tres años y medio, por tanto, lo primero que había hecho, era una buena limpieza general…Con lo poco que le gustaba…No tubo importancia. Tras acabar con los quehaceres, fue a echarse sobre la cama,  cuando sobre la repisa llena de libros, pergaminos y archivos que parecían sacados de un monasterio, vio su viejo diario.

Se acercó, lo abrió por el final y contó siete páginas…Benditos recuerdos…En él, escrito estaba el nombre del diablo.





Su querido amo, con el cual había pactado llegar a conseguir una felicidad estable, de la cual ningún lazo se rompiera. Por así decirlo, darle vida a su imaginación, volverla realidad.



Todo era inútil, si cerca hubo estado de lograrlo, ya lo estaba o había perdido. Cogió la hoja, el pacto con Lucifer no fue llevado a cavo…Podría tener un nuevo intento, el siguiente sería el definitivo…Pero era pronto, demasiado. Debía esperar, esperar a pactar con la propia vida, con la fecha exacta.
                     


Al cabo de cuatro o cinco horas, de vueltas y vueltas por la pequeña habitación, la cama, el suelo. La lectura no fue suficiente, necesitaba encontrarse, distraerse. Acabó por escuchar las gotas de lluvia chocando contra el ventanal. ¿Llovía? Realmente el cielo se puso a su favor mostrando su interior.

Cogiendo una pequeña chaqueta, salió, bajo a prisa las escaleras de la torre y paró. Tenía tres caminos a elegir. El primero que unía el castillo y la torre, el segundo que daba al patio centrar y otro más, uno oculto.
Ni se paró a pensarlo. Teniendo en claro que llovía, no iba a perder la oportunidad de descargarse en plena tormenta. Abrió una puerta oculta y la cruzó sin que nadie se diese cuenta.

Era a destacar que pocos se atrevían a ir por aquel pasillo hacia la torre debido a rumores sobre fantasmas, maleficios y que demonios lo habitaban. Para ser sinceros…no se equivocaban.

Anduvo por el  camino, ya era plena naturaleza lo que lo dominaba. Le resultaba extremadamente bello, aun más, cuando hubo visto la luna decreciente asomarse entre la tormenta.





Llovía, había luna, la naturaleza se sentía por cada poro de la piel y el cielo parecía estar en calma. Todo parecía perfecto.  Bueno, no todo, en su interior habían rayos y truenos, sin embargo, lo que mostraba era la cara opuesta.

¿De nuevo máscaras? Se preguntaba a sí sin dejar de caminar por el desfiladero, adentrándose en el bosque cercano. Qué más daba, si las tenía era por algo, con ellas podría protegerse, engañar y manipular, algo que tanto o más le gustaba.






Al rato de correr y alegrarse los sentidos con el olor a tierra mojada, llegó a un lado, era cerrado por un inmenso bosque, enorme, gigantesco, mágico…





Las flores, hojas y ramas secas que lo cubrían, era un velo para la mejor de todas las novias.


En un primer momento, en el acercamiento al agua, se paró a contemplar como las lágrimas del cielo se fusionaban con la calma del alma en la tierra y el mismo lago.

Una cama y la unión perfecta, pensó. Luego, tras descalzarse, se metió en el agua…Cierto es que no sabía nadar aun con ello no le importó meterse, “tumbarse” y quedar expuesta a la tormenta mientras su cuerpo era bañado por los rayos y la luz de luna.




Se quedó allí horas. Era de día cuando abrió los ojos encontrándose en la orilla. ¿Quién la había despertado de su sueño? Fijándose en que una chaqueta la cubría, agarró un poco la tela y volvió a cerrar los ojos.


-Dime que has sido tú…Si no, no quiero despertar.


Volvió a caer dormida.



 Escrito el 03/09/2013 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Claro de Luna






Como era frecuente en cada curso, los chiquillos del instituto MorDeus insistían en demostrar quién de todos era el más valiente.
Éste curso no fue más particular que los anteriores…¿o sí?
Jonghyun Kim cursaba junto con su compañero Minho Choi en el centro, ya terminaban y como era de esperar, salieron los primeros rumores sobre los más inteligentes, los más raritos, los más cafres…¿Quién sería éste año el más valiente?

-Vamos, ¿qué tienes pensado? –Preguntaba Minho a su compañero.
-Aún no lo sé, Min. El curso del año pasado participó en una prueba de valor por el bosque…
-Y nos quedamos a cuadros cuando el ganador fue Onew, el miedoso…-Ambos se miraron y empezaron a reír.

Así fue. El año pasado, Onew Lee compitió con sus compañeros en una prueba de valor por el bosque. Éste, con un miedo de muerte recorriéndole el cuerpo, logró hacerse con la victoria y todo debido a un despiste. Logró atajar por el oscuro bosque nocturno hasta atravesarlo en mitad de tiempo y ser así el ganador.

-Vamos, tío, cuéntame tu plan.- Insistía su compañero.
-El plan es el siguiente. ¿Recuerdas el fantasma del antiguo centro? –Dijo Jong con una brillante sonrisa.
-¡No jodas! ¿Irás allí? ¿Te pondrás cara a cara con el fantasma del piano?
-Eso es. Let go, Min! Ya falta poco para la noche de brujas.

Pasaron los días, las clases, los alumnos, todos los institutos, la ciudad entera se estaba preparando para la noche más terrorífica del año. Jonghyun, ansioso por llevarse la placa al más valiente de todos, ya estaba preparado para lo que le esperaba en el antiguo instituto, en la antigua aula de música.





Estaban en frente del terrorífico instituto, aún no había caído la noche pero ya era tarde. Minho y Jonghyun saltaron la verja y entraron en el instituto. Todo parecía ir a pedir de boca y sería fácil grabar que habían entrado, pasado allí un par de horas y salir como si nada. Un plan sencillo y al menos de momento, a pedir de boca.




-Joder, Jong, se me ponen los pelos de punta.
-No es para tanto. Mientras no se te ponga tiesa todo bien –Echó a reír el moreno.
-Jajá…No estoy cachondo. Éste sitio tiene algo…
-Cobarde. Claro que tiene, un fantasma y estamos aquí para encontrarlo. –Miró el pasillo por el que iban.

Cierto era que ambos iban asustados. El lugar no era moco de pavo, erizaba la piel. Las pisadas resonaban y el eco se perdía conforme la noche caía sobre ambos.


Cabría destacar la pequeña aventura de Minho con Jonghyun, hace unos meses se cruzaron las palabras, el tacto y un poco más de piel que la permitida entre dos estudiantes de secundaria. Acabaron como debían acabar. Un joven Minho, esbelto e inteligente, montado por un alocado adolescente, fuerte y risueño, Jonghyun. Los gemidos eran recuerdos que solo ambos conocían y que estaban dispuestos a mantener en secreto hasta el fin de sus días. Había sido la primera vez para ambos y debía mantenerse en el anonimato.


Más bien para acallar los celos del pequeño Minnie, el novio de Minho. Este siempre iba diciendo que pasaba demasiado tiempo con el moreno, que si jugaban demasiado a los videojuegos y que SU novio pasaba de su cara por ir a ver fantasmas con el loco de Jong.

Justo esa tarde habían discutido. Taemin le dio un ultimátum a Minho. Le dijo, frente a Jonghyun…
-¿¡El o yo!? Decide, Minho. ¡No voy a estar esperando por ti! –Gritaba el pequeño Minnie con su voz aguda.
-¿Qué decida? No hay que decidir nada, Taemin. Jong es mi amigo y tú mi novio, no hay más que decir.
-El parece que está siempre entre los dos –Apuntó con el dedo acusador al moreno que callaba y esperaba por su amigo.
-Piensa lo que quieras. Esta noche estamos ocupados.
-¡¡Minho!!

El grito del menor llamándolo quedó en otro de los silencios prolongados a los que Minho le sometía una y otra vez. Era cierto que pasaba mucho tiempo con su amigo, pero eso era, un amigo y a ambos le gustaba la compañía del contrario. Lo que su pequeño pelo de fuego no comprendía era que su novio había pasado malos momentos con su amigo y por ello tenían una unión que nadie comprendería jamás.

-¿No piensas que te pasaste con Taemin? –Le comentó el moreno.
-¿Pasarme? No digas tonterías. Pasemos el tiempo que queda rapidito – Comentaban por el pasillo.
-Sí. Sí. –Le miró, lo agarró y le puso contra la pared polvorienta.

Minho no se resistió y ambos fundieron sus bocas en un cálido e intenso beso. Quizá no fuera el mejor lugar para un revolcón pero la situación tenía su morbo. Cuando se separaron al respirar, el aliento daba uno contra el otro, sacaron las lenguas y las enredaron como si no tuviera fin ninguna de las dos.

-J-Jong…aff..El..¡fantasma! –El asustado Minho, se fue al suelo cuando a la espalda del moreno vio una sombra blanca pasar de largo, a toda velocidad y…¿moviendo las caderas?
-¡Min! –Lo zarandeó. –Despierta Min, joder –Miró hacia la sombra. Pensó que debía ser alguno de otro centro y enojado por haberles interrumpido y dejarle a medias con el calentón, armado de valor, corrió hasta dar con…el aula de música.

-Te tengo.-Afirmó el moreno.


Muy a su pesar, no era así.
Al abrir la puerta que daba al aula de música, la melodía, “claro de luna” de Debussy.




En esos momentos, no supo qué escalofrío le recorrió el cuerpo pero su curiosidad era peor que todos los miedos que pudiera darle el encontrarse cara a cara con un fantasma.
Caminó, entró al aula y calló un fuerte grito al morderse la lengua. La puerta se había cerrado de golpe y de golpe, el joven se acercó apresurado a abrirla…sin resultado alguno. Parecía estar a cal y canto.
Sintió entonces una rara sensación por el cuerpo y tras girarse y mirar hacia el piano, la canción, se detuvo y en su lugar había ni más ni menos que…¿un amago de hombre?





No pudo ni concentrarse en que era un fantasma cuando ágilmente se le acercó. Lo siguiente que recuerda era las caricias sobre el abultado miembro guardado en los pantalones.

Si ese amago de Diva que estaba frente a él era un fantasma, sinceramente, en esos momentos era lo que menos importaba.

Cuando agarró su cabello, lo atrajo hasta sí y jadeó ante un fuerte apretón. ¡Dios! ¿Quién dice que los fantasmas no pueden ser tocados o tocar? Estaba claro que ese chico, de apenas unos años mayor era muy fácil de palpar y no se iba a quedar atrás. Lo movió y jaló del cabello hasta el piano, lo puso sobre este y se inclinó a morder, lamer y besar su cuello.

-¿Cómo te llamas? –Jadeó Jonghyun entre beso y beso.
-Aah…Mmn…Debe-rías..sa-aberlo…Eres tú quien ha…venido a …buscarme…-Gemía la Diva cada vez más alto, más agudo y más erótico para gusto del moreno.
-Responde y te daré el regalito que te traje. –Era mentira y ambos lo sabían pero para su comodidad, el joven respondió.

-Key…Mi nombre es Key…-Dijo girando al cabeza para verle.




Antes de que Jong pudiera maravillarse de más jadeos y gemidos que provocaba con besos y caricias, un fuerte empujón y…contra la pared. El polvo de muchos años saltó y bañó el aula pero, no era sino gotas de sangre lo que caía hacia el suelo.
¿Qué estaba pasando?  ¿Sangre? ¿Por qué Key era el fantasma y no la terrible profesora que todo el mundo decía? Las preguntas serían respondidas en un momento posterior.

La Diva, tras sentarse en el taburete del piano, se cruzó de piernas y relamió sus carnosos labios mirando al muchacho.

-Querrás saber lo que todo adolescente desea una vez llegado aquí, ¿cierto, Jonghyun?-Conocía su nombre, otra cosa que no importó al moreno, el cual asintió a espera de la historia.-Verás. Todo comenzó en mis años de práctica. Tenía que atender a jóvenes conflictivos y rebeldes, enseñarles que todo podía fluir mejor si se hacía a través de la música. –Girándose, acarició las teclas del piano.- Pero eran tan…malvados…-Se frotó uno de los ojos, en el cual llevaba purpurina y esta quedó esparcida por su rostro de forma, sin lugar a dudas, bella.- Me dijeron que…el piano dejó de sonar…y pobre de mí, lo quise reparar …Cuando abrí la tapa, una de las cuerdas saltó y cortó mi…garganta .- Se pasa los dedos por el cuello, en este pronto empieza a caer sangre hacia su mano.- Esos indeseables me asesinaron con el instrumento que más amaba en el mundo.

Jonghyun en todo momento escuchó a Key. No sabía si era por su voz, por sus gestos, por sus palabras. Todo de él le alteraba de una forma tan primitiva que estaba a punto de lanzarse sobre él y que, si hubiese podido, lo habría hecho.

Cuando la Diva terminó de contar su historia, liberó al moreno. Sus palabras fueron “Puedes marcharte, decir que me has visto y ganar tu trofeo.”. El joven seguí allí pero no parecía tener rencor hacia los que le mataron. Entonces,  ¿por qué no se había marchado?

-Key…¿Por qué estás aquí? ¿Por qué sigues atado a éste mundo?
-Si lo supiese…-Vio acercarse al moreno y antes de poder frenarlo, sus bocas se encaminaron en un baile sin frenos.

Besos, caricias y jadeos llenaron el lugar. La ropa fue desapareciendo, dejando paso a más piel, más gemidos por parte de la Diva y maldiciones por parte del joven Jonghyun. Le apretaba, le iba a reventar en los pantalones y lo que deseaban ambos en ese momento era sin duda el sentirse hasta lo más oscuro y profundo de su ser. Jong por escuchar la historia se había enternecido, empalizado con Key y por otro lado, el profesor había sido escuchado y atendido, más o menos, por el estudiante.
Pasaron los minutos para el mundo pero no para ellos. El juego de sentimientos conseguía que el aula ardiera en la pasión. Key acabó subido sobre la tapa del piano, Jong, de rodillas sobre el taburete y entre ellos, una erección que si llega a compararse con la de un animal, alcanzaría uno de los primeros puestos.

-Aah..¡J-jong!..¡Aah! Jonghyun..¿qué vas..a hacer?
-Um…Key..Dios..mira qué tiesa me la tienes…-Se roza en la entrada y aprieta el glande contra esta con lo que un ronroneo gatuno salió de entre los labios del maestro.
-¡Nyyaa-ah~ J-Jonghyun…Sí..Házmelo..Tanto tiempo..esperando a ser correspondido…-Sujeto de los hombros del moreno, con una mano acariciando, arañando y pellizcando la espalda del contrario, gritaba que le hiciera suyo…y no se hizo esperar.

El glande, la verga del alumno entró en el pequeño orificio del maestro, abriéndose paso, apoderándose del ser del fantasma y logrando que este entre delirios pidiera más, más…
Los movimientos de ambos, los sudores entremezclados y los gemidos, jadeos y alaridos resonaban por todo el edificio. Para cuando se quisieron dar cuenta, ambos se habían derramado y manchado al contrario y a sí mismos.

-Aah..Aahff…Dios…-Jadeaba Key acostado sobre el piano.
-Umff..Key..-Pellizcaba uno de sus pezones aún con los labios.

Pasaron las horas y comenzó a entrar el sol por la ventana. Se miraron a los ojos y todo parecía perfecto…pero no era así. Key iba desapareciendo, dejaba de ser palpable y sus jadeos, sus palabras y caricias eran cada vez menos sentidas.

-K-Key..no..no quiero que te vayas…-Gimoteó Jong. Jamás se había sentido tan atraído por otro hombre, ni siquiera con su amigo Minho.
-No iré lejos…-Acarició sus mejillas y dejó un casto beso en sus labios.- Cada noche esperaré a mi amado.-Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer.

Pasaron los minutos y el moreno se vistió y fue al encuentro de su amigo, el cual se había olvidado de que estaba inconsciente en el pasillo.

-Ah..¿Quién anda ahí?-Preguntó Minho asustado aún.
-Soy yo,Min. ¿Te encuentras mejor? –Sonriendo y con una sonrisa y mirada brillante se acercó Jonghyun.- Ven, vamos a casa –Lo ayudó a levantarse




-¿Qué ha pasado?...¡Ah! El fantasma.
-Cálmate, no había ningún fantasma. Era una sábana.

Tras consolar y calmar a Minho, regresaron. Los días siguientes transcurrieron de forma extraña y peculiar. Quien dice días, dice meses. Jonghyun convencía a su amigo que pasara más tiempo con su novio, el cual, feliz de la vida, empezó a cogerle cariño hasta a su “rival”. Por su parte, Jong había aprendido a tocar el piano y pasaba todas y cada una de las noches fuera de casa. Sus padres pensaban que estaba metido en líos pero se alegraron al comprobar las siguientes calificaciones de su hijo. Empezó a sacar buenas notas, algo raro en él pero bien visto por todos.

No desatendía a sus colegas, sus deportes, ni siquiera descuidaba el echar siestas o pasarse un par de horas viendo la televisión…Todo ello se debía a que, en las noches, regresaba al antiguo edificio, al aula de música y allí dejaba escapar la pasión.

Key había perdido la cabeza casi tanto como el joven y por ello había decidido meses atrás que enseñaría a tocar su otra gran pasión a Jonghyun. El piano. Ese piano que tanto amaba y que por la torpeza de Jong no conseguía terminar completamente la partitura.

En una de las veces tras una noche llena de pasión y deseo, lujuria y gemidos llenos de éxtasis, Key acabó dormido antes que el moreno. Era extraño ver cómo un fantasma podía echar la siesta, según Jong. Como podía regañarle, azotarle cuando se equivocaba o mimarlo y besarlo como sólo él lo hacía.
Todo era muy extraño y esa noche…Fue sin duda, la segunda después del primer día en que se encontraron.

Jong se había puesto a practicar la partitura que Key le había enseñado. Sin duda, “Claro de Luna” era la favorita de ambos y esa noche…sonó la melodía.

En el mismo momento que terminó de tocarla, un grito de la Diva le sobresaltó.

-¡Key!¡Key, ¿qué pasa? –Se acercó a acariciar sus mejillas. Estaba pálido y a la vez, caliente.
-J-Jonghyun..Jong…Mi amor…Has tocado la partitura…-Le miró con un brillo nuevo en los ojos.-Oh…Jong…No dejes nunca de tocar…Cada vez que lo hagas…Estaré contigo…Siempre…Estaré…-Rompió a llorar sin poder terminar de hablar.
-¿Key?¿Qué dices?¿Por qué dices eso?-Asustado lo abrazó con fuerza contra sí.
-M-Me tengo..que marchar…Lo he sentido…He…Sentido…-Le miró con lágrimas por las mejillas y besó sutilmente sus labios.-¿Quién espera sino al amor? El piano..era el amor de mi vida..cuando estaba vivo…Y al fin…he podido escuchar …esa melodía…por parte de ti…Mi amor en la muerte…
-No..¡NO! Key, no puedes, no puedes irte. No puedes dejarme…Key…

Sus palabras, sus besos y caricias fueron lo último que se dirían ese día, el último día en el que se verían. Ya no había vuelta atrás. No habría una noche más en los brazos cálidos del moreno ni gritos de placer por parte de la Diva.

Al amanecer, antes de que desapareciera completamente su querido maestro, amante, su amor, le besó y prometió, juró ante el Claro de Luna que sería suyo en esta vida y en la siguiente.

Las palabras de Key sin embargo, fueron más dolorosas...

-En esta muerte te esperaré…Y con la música te abrazaré…Sigue tocando, mi amor…Jonghyun, te amo…
-Key…Te amo…En vida y muerte, siempre tuyo…

En el beso, el fantasma desapareció y Jonghyun, abatido. Quedó en silencio hasta pasadas las horas, tantas horas, tanto silencio que llegó la noche y allí, en el aula de música, nada apareció.

Pasaron los días. Jong seguía sin tocar, sin hablar con nadie, vagabundeaba de aquí para allá, siempre regresando al antiguo edificio hasta que un día, se observó cómo iban a demolerlo. Pidió que no lo hicieran pero era o pagar la cuantía del terreno o quedarse a observar.

Ojalá fuera millonario, se dijo a sí mismo. No pudo hacer nada pero sí que logró rescatar el piano del aula y llevarlo a casa.

Un día, al caer la noche, escuchó levemente la melodía, esa melodía. ¡Key!

Corrió escaleras abajo hasta el salón donde allí estaba, pulido, impecable y perfecto, listo para ser tocado pero nada sonaba.

Con tristeza se sentó en el taburete y golpeó las techas. Estas, chirriando emitieron un sonido particular a un sollozo. Fue entonces cuando recordó las palabras de su amado…”sigue tocando”.

Cogió valor y empezó a tocar…Con cada nota, una caricia sentía recorrerle el cuerpo…Acabó la melodía…Con lágrimas en los ojos, por las mejillas, cayendo hasta las teclas.

-Jonghyun…Mi amor.-La voz de Key, las palabras y el tacto de un abrazo por la espalda, le devolvieron la vida pues, sin él a su lado sentía que estaba muerto en vida.
-K-Key…Seguiré tocando…Seguiré…Por ti, mi amor…

En los meses siguientes Jonghyun volvió a tocar, se licenció y emprendió un viaje por el mundo buscando que su talento despertado un día de terror fuera valorado y poder compartir con el mundo entero el amor que había surgido entre él y su querida Diva.

Con los años fue haciéndose más y más popular, un famoso maestro y un compositor y pianista de alto escandid hasta que un día de regreso a su hogar.

Supo que en el terreno donde estaba el edificio seguía abandonado. Lo compró y edificó en él un centro de música donde pudieran enseñar y aprender jóvenes entusiastas el secreto de las melodías.   



Lo contado por Jonghyun ante los medios en la inauguración del centro fue:

-Por el amor de la gente, encerrado en los sonidos de la melodía. Por todos aquellos para que puedan encontrar su “key” en los instrumentos.